Cuando la mitad de los rondeños fueron refugiados

(Continuación del primer artículo "18 de Julio del 36 en Ronda" de la serie: "Ronda 1936: 80 aniversario del golpe de estado")


Tras la fracasada intentona del teniente coronel Oliver de declarar el Estado de Guerra en Ronda, la situación consiguió controlarse: el alcalde Francisco Cruz mandó al Capitán de la Guardia Civil arrestar al militar sublevado. Siguiendo instrucciones del Gobernador Civil, también ordenó detener a los simpatizantes del golpe de estado, muy significados con los partidos de derecha y de Falange.

Los ánimos estaban muy exaltados y se desató la violencia incontrolada en toda la ciudad. Se asaltaron casas y comercios de derechistas, ardieron iglesias y se cometieron los primeros asesinatos, entre ellos el de muchos integrantes del clero. En el Castillo, algunos salesianos fueron sorprendidos con un arsenal escondido en los sótanos. Fueron fusilados tras un juicio popular (1).

La conmoción que provocó el golpe militar fue general, las noticias eran escasas y contradictorias. Hasta Ronda se desplazó un importante número de jornaleros de los pueblos circundantes para apoyar la legalidad republicana (2).

Los comités populares
 
El control de la situación pasó a manos de los Comités populares de inclinación revolucionaria, usurpando las funciones de las instituciones republicanas que fueron relegadas a un segundo plano. Se constituyeron varios Comités: el de Abastos, para organizar el aprovisionamiento de la población, el de Defensa y el de Guerra, con cometidos de Orden Público y preparación para la lucha (3).

La milicia popular era numerosa pero carente de las más elementales nociones para combatir y sin apenas armamento. A pesar de todo, pronto entraron en acción. Desde la ciudad partió la columna de “Los Leones de Ronda”, que en conjunción con la columna de Pedro López, “Los Aguiluchos de Montejaque”, retomaron la población de Grazalema el 28 de Julio. También está registrada la participación de columnas rondeñas en el frente de Antequera, bajo el mando del Brigada de Carabineros, jefe del Comité de Guerra, Santiago Trujillo (4).

Pero a medio plazo, la falta de preparación militar y la escasez de armamento fueron determinantes para que rápidamente las tropas rebeldes se acabaran imponiendo. A comienzos de Septiembre ya se acercaban a la ciudad tres columnas nacionalistas procedentes de Sevilla, Cádiz y Antequera.

Los primeros refugiados procedentes de los pueblos vecinos de las provincias de Sevilla y Cádiz llegaron a Ronda. Contaban horrorizados la violencia con que se estaba llevando a cabo el avance nacionalista. La ciudad los acogió como pudo, acomodándolos en la Iglesia Mayor (5). Pero la mayor parte de los refugiados, en número cercano a los dos mil según algunas fuentes, tenía que pernoctar al raso en las calles.

El asalto a Ronda
La ciudad se preparó para el asalto. Se construyeron barricadas en las calles y se fortificaron los puntos de acceso a la ciudad con minas, alambradas electrificadas y puestos defensivos, los famosos “blocaos” de cemento de los que aún pueden encontrarse restos). En el puente de la Ventilla se instalaron cargas explosivas para volarlo, llegado el caso. 

Horas antes, se calcula que la mitad de la población huyó de la ciudad. Algunos buscaron refugio en cortijadas cercanas, si bien la mayoría marcharon a pie, en bestias o en coches por la carretera de San Pedro. Las intimidaciones de Queipo de Llano a los rondeños a través de sus arengas radiofónicas y el horror a los moros de las tropas rebeldes hizo mella en la población, que abandonó la ciudad en tropel.

A la altura del Madroño, en la inacabada carretera de San Pedro, los coches eran despeñados para inutilizarlos, los autobuses y camiones evacuaban sin descanso a niños y mujeres; los hombres en edad de pelear eran obligados a volver, aunque los más se evadían cruzando la Sierra de las Nieves camino de Marbella o donde fuera, lejos del horror de la guerra que se ceñía ya sobre Ronda.

Tal y como estaba previsto en la meticulosa orden de operaciones de Queipo, el 16 de Septiembre comenzó la lucha por la toma de Ronda.


Fragmento de la orden de operaciones sobre Ronda procedente del cuartel de Queipo de Llano en Sevilla. Archivos de Varela, Cádiz.


Por la mañana, la ciudad fue intensamente bombardeada y en torno a las 4 de la tarde, los rebeldes rompieron el cerco y tras un breve combate en las calles, se hicieron con la plaza. La desigual lucha acabó con la entrada en la ciudad del golpista Varela el día 17 al frente de las tres columnas.


La huida
La huida aglutinó a un nutrido grupo de personas en San Pedro y en la Colonia El Ángel (6).
Cabecera del libro de registro de personas refugiadas en el término de Marbella
Allí hicieron parada en tránsito a Málaga o permanecieron hasta la caída de San Pedro, el 13 de Enero del 37. Entonces algunos refugiados decidieron volver a Ronda animados por el bando del alcalde que prometía el perdón para aquellos que no tuvieran las manos manchadas de sangre. No hubo tal perdón para nadie: encontraron sus pertenencias saqueadas y sus vidas sujetas a la arbitrariedad de los rebeldes que decidían si los fusilaban o los sometían al escarnio público.

Como muestra de la arbitrariedad de lo que separaba la vida de la muerte, sirvan las declaraciones de uno de los integrantes de la fuerza mora de ocupación al entrar en Las Cuevas del Becerro:
Por cara conocer si es derecho o izquierda. Me abrazan, derecha; serios, izquierda” (7).
Otros refugiados no volvieron por temor a las represalias y emprendieron un camino de exilio que en algunos casos les llevó a no volver jamás. Primero buscaron refugio en la zona republicana y finalmente, empujados por los acontecimientos bélicos que se estaban librando en España, cruzaron la frontera tras la caída de Cataluña a comienzos de 1939. La mayor parte de ellos fueron hechos prisioneros en Francia y conducidos a campos de concentración. 

Pero esa es otra historia que será abordada en "Rondeños en el exilio", la última entrega de esta serie de artículos "Ronda 1936: 80 aniversario del golpe de estado"

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Referencias y notas:


(1) Acerca de las víctimas durante el período revolucionario y el de la posterior violencia fascista existe aún mucha controversia. Paul Preston afirma en “El holocausto español” que: según fuentes franquistas, las víctimas del terror rojo en Ronda y municipios vecinos de Gaucín y Arriate se elevaron a 600. Pero el número fluctúa según la fuente informante. Por su parte, la estimación de la cifra de muertos que provocó la toma de Ronda y la inmediata y sistemática represión bajo dirección militar en la ciudad arroja una cifra cercana a las 4500 personas, aunque tampoco hay datos concretos al respecto. Ciertas fuentes dan un número menor basándose en el libro de defunciones del Registro Civil de Ronda, pero no aportan cifras sobre los muertos provocados por la toma de la ciudad.
(2) Actas Capitulares. Archivo Municipal de Ronda. Sesión extraordinaria del pleno del Ayuntamiento celebrada el día 20/07/36.
(3) “Guerra Civil en Ronda”. Lucia Prieto Borrego.
(4) "La militarización de la columna de Pedro López en San Pedro de Alcántara, 1936·. Pablo Benitez Gómez.
(5) "La violencia anticlerical en las comarcas de Marbella y Ronda durante la Guerra Civil". Lucia Prieto Borrego.
(6) El censo de refugiados procedentes de Ronda y de los pueblos de la comarca, realizado en diciembre del 36, puede consultarse en el Archivo Municipal de Marbella.
(7) “Objetivo Ronda”, Manuel Velasco Haro (ed.)

1 comentario:

  1. Gracias Paco Pimentel por tu matización acerca del número de Iglesias incendiadas en Ronda que se mencionaba en la versión anterior del artículo. Se decía que:
    "... acomodándolos en la Iglesia Mayor, la única que no había sido incendiada"
    Esta afirmación es falsa y consultando el artículo de Lucía Prieto Borrego nro. 5 en las referencias, he podido matizar este aspecto y por eso he eliminado de este párrafo "la única que no había sido incendiada". En realidad, ardieron las iglesias del Socorro y los Descalzos, el resto fueron saqueadas.

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